jueves, 23 de enero de 2014

EL CUENTO DE IRENE


Siempre es complicado comunicar el divorcio a los niños, por eso queremos compartir con todos los seguidores de IrisMediación, un cuento con el que una de las parejas que han pasado por nuestro centro comunicaron a su hija de 5 años la decisión de divorciarse.
Un proceso de divorcio generalmente supone una inestabilidad emocional, tanto para los adultos como para los niños, y a veces los padres tienen dudas en la mejor forma de explicarles a sus hijos una decisión de adultos. Esta pareja decidió elaborar un cuento adaptado a la realidad de la pequeña, para que ella pudiera entender esta nueva situación.
Tanto los nombres de los padres, como la localidad han sido modificados para preservar la identidad de la pareja, aunque por decisión de ellos mantenemos el nombre de la niña, ya que como nos dice su madre su nombre significa PAZ.
Esta pareja ha optado por la Mediación, para gestionar su divorcio de forma dialogada, contando con la ayuda de las profesionales de nuestro Centro. Ellos han sido los protagonistas de su acuerdo, sin que nadie tenga que decidir por ellos, velando en todo momento por conseguir acuerdos que beneficien a los dos partes y que sean los más beneficiosos para IRENE.
Desde IrisMediación queremos agradecerles su generosidad al compartir este cuento con nosotras, para que puedan beneficiarse otros padres que estén en una situación de separación y/o divorcio. Recordar también que se pueden utilizar diferentes formas de transmitir una decisión de este tipo a los niños, pero lo importante, es que los padres lo adapten a la edad de los pequeños, y que hablen con ellos, no pensemos que porque son pequeños no se van a enterar y es mejor no decirles nada. El desconocimiento genera sentimientos de inseguridad, de falta de confianza, de culpabilidad y frustración y eso como padres debemos evitarlo en todo momento.


EN UN DIVORICIO DEJAMOS DE SER PAREJA,


PERO NUNCA NUNCA DEJAMOS DE SER PADRES”


LA PRINCESA QUE TENÍA DOS CASTILLOS


Érase una vez una PRINCESA llamada IRENE.



 Vivía en el Reino de “MÉRIDA”, en un lugar donde se hacen unos churros riquísimos, el mejor lugar del mundo.


A Irene le encantaban los churros….UUUMMMMMHHH!!!! Era una de las cosas que más le gustaba: Comer churros con Cola Cao y con Nesquik también.




Sus papás, El REY PABLO y LA REINA MARINA, vivían en un lindo Castillo de color amarillo y marrón que tenía dos plantas y muchas habitaciones.

En la entrada al Castillo había muchas macetas y un limonero que siempre tenía muuuuchooossss limones, unas veces verdes y otras veces amarillos.  

El Rey papá usaba los limones para echarles el zumo a los pescados que cocinaba y la Reina mamá los usaba para hacer tartas. La princesa Irene se encargaba a veces de echarles agua a las macetas y al limonero con una regadera.

En el Reino de Mérida, Irene tenía otras muchas cosas muy chulas: un parque, un campo de futbol, el campo de los abuelos, el campo de la tía Toñi, la piscina del pueblo en verano y el mejor colegio con la mejor Seño del mundo, la Seño Ana. La Princesa Irene era muy lista y trabajadora, su papá y su mamá estaban muy contentos con ella por las buenas notas que sacaba.

También la querían mucho por lo  bien que iba a comiendo en el comedor y en su casa según se iba haciendo mayor. Y es que la Princesa Irene ya tenía 5 años!!!!

Además, Irene tenía muchas amigas y amigos en el cole y fuera del cole también, como las vecinas Irene, María, Víctor, Alicia…..y otras amigas como la prima Sara, Marina, la prima Carmen… Irene era muy feliz.

 
Pero estaba pasando algo que Irene desconocía…..cada vez hacía menos cosas con su papá y con su mamá. Al parecer sus papás a ella la querían mucho y ellos también se querían, pero no lo suficiente como para seguir siendo novios. Y es que Irene no sabía que, a veces las personas mayores se separan para vivir en casas diferentes, aunque a veces se junten para hacer algunas cosas.
 
Irene estaba preocupada, ella quería hacer muchas cosas con su papá y con su mamá, pero ahora ¿qué pasaría si ella quería ir al campo con los dos, a la feria con los dos, a la plaza con los dos…?? empezó a sentirse triste pensando en estas cosas.
 
El Rey Pablo y la Reina Marina empezaron a pensar en una solución, ellos no querían ver a Irene triste, la tristeza no la dejaría aprender, colorear, jugar…y ellos no podían permitir que la tristeza invadiera el corazón de la Princesa Irene.

Entonces se les ocurrió una idea, construir DOS CASTILLOS. El Castillo del Rey Pablo y el Castillo de la Reina Marina.

Unos días Irene vivía en el Castillo del Rey Pablo, amarillo, con su habitación lila-violeta llena de juguetes, cuentos, un espejo para mirarse cuando bailaba, en la calle jugaba con las vecinas Irene, María y su hermano Victor, la vecina Alicia a veces venía a ese castillo, regaba las macetas, veía películas en el salón en la TV grande del Rey Pablo, comía figuritas de pescao que solo su papá sabía hacer tan ricas, iba a pescar con el Rey.

A veces Irene, iba a Madrid con el Rey Pablo para ver a los abuelos y los tíos de Madrid que la querían mucho… muchísimo, al Campo de la tía Tere y Rafa iba con el Rey, a la piscina, al campo de fútbol y un sinfín de cosas más que le gustaban a Irene.

Pero la princesa Irene otros días vivía en Castillo de la Reina Marina, que era muy altooooo, había que subir  unas escaleras mágicas y tenía balcones donde asomarse y ver la calle. Desde uno de los balcones podía ver su Colegio y si gritaba mucho podía llamar desde el balcón a su prima Sara.

 La prima Sara vivía muy cerquita, en otro castillo y merendaban juntas muchas tardes y jugaban juntas con la Tablet y a las muñecas. La Reina Marina llevaba a Irene al parque, a la biblioteca, veían la TV juntas, tenían una peluquería en el Castillo, cantaban y hacían bailes juntas. Otras veces con la Reina Marina iba a pasar el día al campo del abuelo Juan y la abuela Manuela.

Irene tenía unos abuelos en Mérida y otros en Madrid, que la quería muuuuchooo.
 
Los dos Castillos tenían algo en común: que a Irene le encantaban. Había mucho amor en ellos, se divertía muchísimo, jugaba a diario, aprendía, unas veces en uno y otras vecen en otro y se sentía una niña MUY AFORTUNADA por tener dos casas.

A veces había fiestas en el Castillo de Mamá y otras en el Castillo de Papá y eran igual de divertidas!!!

Nada había cambiado, Irene podía seguir haciendo mil cosas con Papá y con Mamá y ellos cada vez estaban más felices y todos los días comía perdices…aaaayyy nooo!!!! Comían muchos churros con Colacao o Nesquik!!!



 

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