“…- ¿Frío emocional? ¿Frío a pesar de estar abrigados?- SÍ, es un frío distinto, es un frío que puedes sentir aunque lleves ropa de abrigo. Es un frio que nace del alma, que se extiende por el cuerpo y que no hay tejido que lo haga desaparecer. Sólo se quita si sientes que otro está para ti, que eres para alguien lo más importante del mundo y que los brazos, alas o patas de ese individuo son un lugar que siempre te espera. - Ya pero nosotros estamos ahí- Ya pero, ¿se lo hacéis sentir?, ¿se lo demostráis?, ¿ellos pueden saberlo?...” (Extracto del cuento -frío del alma-“Cuentos para el desarrollo emocional desde la teoría del apego. R. Guerrero y O. Barroso)
El Apego- podemos definirlo como un vínculo afectivo de fuerte
intensidad, bidireccional (padre/madre e hijo/a) aunque asimétrico pues es el
bebé el que depende y necesita a la figura adulta para sobrevivir, crecer y
desarrollarse. El apego es un vínculo
que hemos de cuidar con mucho mimo pues de que sea “seguro” dependerá en gran
medida que nuestros pequeños crezcan sanos, física y emocionalmente.
¿Y qué es el APEGO SEGURO?
Podríamos resumirlo en aquel que encuentra el equilibrio entre la
PROTECCIÓN y la AUTONOMÍA. Los padres y
madres que desarrollan un vínculo seguro hacia sus hij@s son sensibles a sus
necesidades, empatizan y les aportan aquello que necesitan. Pero además buscan aportarles la reflexión de
la experiencia para aportarles al mismo tiempo seguridad y futura autonomía.
¿Qué hacer para buscar este equilibrio?
1.- Diles “te quiero” cada día.
Porque está claro que les queremos pero dar por hecho que ellos lo saben no alimenta
el apego, la seguridad… porque hay situaciones que les pueden llevar a la duda
y, la duda a la inseguridad. Yo, desde pequeños, cada vez que les riño o me
enfado por algo que hicieran mal, tomé el hábito de decirles “Estoy muy
enfadada por… aunque te sigo queriendo hasta el infinito, eso nunca cambiará”.
2.- Pregúntales ¿cómo te sientes?.
Y ante un triste, contenta, cansado, frustrada…. Pregunta ¿por qué? ¿Qué te
hace sentir así? ¿Puedo ayudarte?... pero nunca digas “pero si eso es una
tontería... O le hagas cosquillas para que se le pase a la tristeza”. Para
practicar la empatía con ell@s, y ayudarles a gestionar lo que les pasa, hemos de
escucharles y entenderles. Así les ayudaremos mucho mejor.
3.- Busca el equilibrio entre –Darle
lo que necesita en cada momento (seguridad) y-Que aprenda a hacer cosas por sí mism@
(autonomía). Los primeros pasos estarán cargados de Seguridad y, poco a poco,
les iremos dando esa autonomía que necesitarán para crear su gran fuente de
autoestima.
Ojo!!... Fortalecer el apego es
fundamental en los primeros años de edad, cuando son más dependientes pero...
no olvidemos que si el mensaje que queremos lanzarles es "estoy aquí para
lo que me necesites", tenemos que seguir alimentándolo más allá de la
infancia.
¿Alimentar el apego en la adolescencia?.. También, claro. Y, si nos
dimos cuenta de no lo alimentamos suficiente de aquí para atrás, aún podemos
hacer algo. ¿Cómo?
1.- Escúchale para intentar
entenderle, no convencerle.
2.- Legitima sus sentimientos,
porque vienen de lo que el pasa, cómo lo interpreta y cómo le lleva a hacer
sentir. Intenta comprender ese viaje, su viaje, y no intentes aconsejar desde
lo que tú harías (a día de hoy con tu edad, experiencia, forma de ser..) sino
que invierte tus esfuerzos en entender cómo le afecta y que reflexione sobre
las opciones que tiene y cómo le harían sentir cada una de ellas.
3.- No le juzgues, porque
inmediatamente se produce un taponamiento de oídos que con el agua salina no
sale. Escucha, ponte en su lugar, ayuda a la reflexión y su toma de decisión.
4.- Marca límites y normas. Pese
a que nos llevan a discutir, son necesarias no sólo para su seguridad física,
sino también para su seguridad emocional. Ahora bien, las normas también pueden
ser negociadas, siempre que haya un diálogo sensato…. Promuévelo.
Le estás haciendo sentir
importante para ti, escuchad@, entendid@, apoyad@... Fortaleciendo el apego en
la adolescencia también es posible.